COUNSELLING E INMIGRACIÓN




Podríamos hacernos algunas preguntas para empezar por algún sitio…
1.    La población total ha disminuido en España en 664.372 personas entre 2012 y 2015 (en los cuatro últimos años). ¿Qué cambios pueden esperarse (en términos de número y tipos de empleo) en una sociedad en la que disminuye el número de personas (y por tanto el número de consumidores y la cantidad de bienes y servicios que es necesario producir)?

Para responder a esta cuestión me sirvo de la idea magníficamente explicada del círculo de la crisis. Este medio millón de personas menos existentes en nuestro país, en los últimos tres años, es un volumen de población que ya ha dejado de consumir por ejemplo (artículos de primera o segunda necesidad, que no utiliza los servicios públicos o privados, que no hace contribuciones económicas institucionales…); por lo tanto, todas las demandas que planteaban al sistema, han desaparecido; ello conlleva que los productos que pudieran consumir, han dejado de venderse y de distribuirse; Si no se producen ni se distribuyen desde hace tres años, disminuye su producción igualmente; quizás haya generado un despido en aquellas empresas dedicadas a la producción y distribución de los mismos, pues ya no necesitan a tanta gente para hacer menos trabajo; ello supone generación de desempleo, y por tanto, más personas que pueden generar ingresos, y por tanto aportar sus contribuciones reglamentarias en Hacienda o a la Seguridad Social (que en definitiva es a la caja común del estado). ¿No es lo suficientemente importante esta reducción poblacional progresiva e imparable? 

2.    El número de nacimientos anuales en España, en 2014, es de 77.426 niños y niñas menos que en 2008. Esto supone una reducción del 16% en 7 años. Hasta las instituciones oficiales alertan sobre los graves riesgos de la disminución de la natalidad en España y en Europa. ¿Qué pasará con profesiones (y con el número de empleos) como la de los maestros y maestras, profesores de todos los niveles educativos, pediatras, matronas...? ¿Qué pasará con algunas instituciones (colegios, institutos, universidades…)?

En las gráficas aportadas sobre la evolución de la población en España entre los años 2011-2021, nos encontramos con un claro descenso a partir del 2013, y que según las previsiones estimadas, disminuye desde 1.450.000  a 1.300.000 niños. Esto supone que se reduce la población de 0 a 3 años en 150.000 menores, que supondría la eliminación de 5.000 profesionales de infantil. Las tendencias son similares en el resto de las edades lógicamente. A menos niños, menos adolescentes posteriormente, y menos jóvenes universitarios a medio plazo. Cuando nos centramos en los análisis estadísticos y las conclusiones se hacen evidentes con datos numéricos, la reflexión deja de ser una demagogia utilitarista en según qué entornos, para convertirse en una realidad acuciante que afecta a toda la humanidad. Y de forma muy directa a las sociedades occidentales y desarrolladas, que no sé si perciben realmente esta situación de agravamiento, o ya que se trata de circunstancias que afectan a medio-largo plazo, y superan con creces las legislaturas políticas, prefieren dejar de lado, “porque a ellos no les va a pillar”, como sucede con las políticas del cambio climático y las medidas de cuidado ecológico del planeta. Lógicamente, el descenso de profesionales, de forma progresiva, sin límite, conlleva el cierre de instituciones. Lo estoy viendo por desgracia en uno de los centros escolares de mi municipio, en el que junto a otras variables sociales, un centro escolar con capacidad para  400 alumnos, actualmente, está por debajo de los 150 y con líneas de infantil a punto de extinguirse, creo que para este curso, ya no habrá ninguna línea de infantil.  Destaco aquí los recortes de prensa y la vida misma reflejada en las noticias  que no suelen mostrarse con demasiado interés, en torno a estos cierres de colegios, despidos de profesores…  


3.    En tres años, las personas en edad de trabajar (y por tanto que podrían pagar impuestos) han disminuido en 645.690 personas. ¿Podrán mantenerse los servicios públicos (atención sanitaria, protección social, prestaciones por desempleo, bienestar social...)? En caso contrario, ¿qué puede esperarse que ocurra con los servicios públicos, con la atención a las personas y con las condiciones de vida de todos?
Comencemos considerando que podría sernos de gran ayuda, que en algún momento de la historia de nuestro país, puedan extinguirse de forma definitiva los “barcenas”, “ratos”, “blesas”,  “eres”, “cursos de formación fantasma”, “urdangarin” y demás elementos generadores de pérdidas o desvíos de dinero público. Pero siendo realistas, si además percibimos con datos estadísticos y previsiones que la población de contribuyentes reales al sistema público, se reduce a este ritmo ascendente, difícilmente conseguiremos mantener unos servicios dignos y universales.
Me resulta especialmente “divertido” por no decir, “ridículo”, el nuevo anuncio de Hacienda sobre aquellas instituciones y servicios que pueden mantenerse con nuestros impuestos realizados correctamente en fechas y tiempos establecidos, por la ciudadanía normal. Sin embargo, me sigue doliendo el estómago cuando escucho hablar también de amnistía fiscal. En fin me va a permitir que utilice este foro para expresarme, ya que nos da la confianza para hacerlo. Creo que estamos perdiendo el norte totalmente, tanto la ciudadanía, como la clase política en general que me ha decepcionado de forma absoluta.  Le confieso que en estas elecciones municipales he experimentado una crisis existencial auténtica, al encontrarme completamente perdida ante la decisión que debía tomar.  Volver a recuperar la confianza en esta gestión, les va a costar mucho, muchísimo tiempo, al menos, para convencerme a mí.
Desde luego, miro con pánico esta tendencia de reducción drástica de contribuciones a la seguridad social; además se trata de una contribución  por parte de la ciudadanía que no tenemos paraísos fiscales y que seguimos amando a España; siendo este bloque central de ciudadanos normales, de clase media baja, quiénes estamos sosteniendo todo esto, y cuyo barco ya empieza a hacer aguas.
Y además preveo que todo nuestro esfuerzo durante tantos años, trabajando desde los 19 años, procurando ser buen ciudadano, votando, siendo cívico, respetuoso…no va a garantizarnos en absoluto el cobro de nuestras pensiones, ni siquiera para aquellos que con mayor esfuerzo aún, tratan de buscar un respiro adicional con planes de pensiones privados. Nada está asegurado para esta generación. Y es un gran problema nacional, europeo y mundial.  Por supuesto, ahí andan detrás las aseguradores privadas, residencias, empresas de servicios domiciliarios…para previo pago nada despreciable, te garantizan la atención. Pero y quién no tenga recursos? ¿Qué hará? ¿Nos tiramos directamente por los acantilados, como hacía en otras culturas cuando la persona era anciano? Pues podríamos ir buscando lugares bonitos con enormes bajadas pronunciadas y rocas puntiagudas con vistas al mar, para que al menos la caída libre sea en un lugar hermoso…  

4.    En los próximos 20 años, se habrán jubilado en España 12.350.140 personas. ¿Cómo cambiará la organización de una sociedad formada en gran parte por personas tan mayores (servicios ofrecidos, empleos necesarios, sistemas de pensiones...)? ¿Qué pasará cuando estas generaciones comiencen a fallecer "en masa", qué cambios tendrán que asumirse?
Vinculado con la respuesta a la pregunta anterior, es mucho suponer que estos doce millones de personas puedan garantizar su pensión de jubilación. Vamos a ser positivos en este caso, y supongamos que efectivamente, si nuestros gestores pol´ticos no vuelven a meter la mano en los fondos de emergencia, haya para todos. Actualmente y desde hace unos años, son precisamente los jubilados quiénes están siendo el sostén familiar para hijos y nietos. Hijos/as que deben volver a la casa familiar porque han perdido sus trabajos o sus familias, o sus casas. Pero también están siendo acogedores de familias enteras: hijos/hijas con sus respectivas parejas e hijos pequeños que pueden incluso hasta residir en el domicilio de estas personas mayores, con los correspondientes cambios en las rutinas diarias. Cuando más tranquilidad debe poseer una persona, más ajetreo sufre, tratando de estirar la pensión lo más posible para volver a ser “cabeza de familia”, abuelos/a cuidador, avalista de hipotecas e incluso miembro honorífico en los listados de ASNEF como deudor registrado…  No puedo pronosticar el futuro, sólo vislumbrarlo. Una sociedad formada por familias enteras, sin prestaciones sociales por recuperar porque lleven mucho tiempo en desempleo, y cuyo benefactor, padre/madre pensionista, fallezca. Entramos en una era de supervivencia y de “salvese quién pueda” o de “selección natural del más fuerte”. El asunto es preocupante, cuanto menos. Pues tendrían que asumirse de forma veloz, generación de empleo de supervivencia, satisfacción de necesidades básicas y garantías mínimas de alimentación, alojamiento, sanidad, cuidados…¿esto quién lo asumiría?

5.  Está claro que las migraciones pueden ser una alternativa para las personas migrantes y, aunque se trata de una afirmación discutible que debe ser matizada, podrían, en cierto modo ser también una alternativa para el futuro del Sur (en positivo, remesas, conocimientos, experiencia, relaciones y contactos...; y, en negativo, marcha de los jóvenes, "brain drain" -fuga de cerebros-, disminución de la población que puede ser grave a nivel local...). Pero,
¿Son las personas migrantes o los países del Sur los únicos que necesitan las migraciones?
¿Por qué son también los países receptores de estas migraciones los que necesitan la llegada de personas de otros lugares?
¿Qué debería concluirse, entonces, respecto de las políticas (de inmigración, de integración, políticas sociales y de bienestar...) que se están aplicando en estos países receptores, no de acogida (si lo son o no es algo que habría que demostrar)?
A lo largo de esta unidad temática hemos podido tomar conciencia a través de datos y observaciones cómo el fenómeno de la migración está marcada por dos realidades complementarias e interdependientes. La primera de ellas es lógicamente la realidad de máxima necesidad que poseen en los países de origen y que obliga a la persona que apostar el ultimo cartucho por intentar al menos mejorar un poco su calidad de vida y la de su familia en casi todos los casos. Pues existe una obligación moral en todas las personas que arriesgan su vida por salir de sus países y proteger desde la distancia a quiénes se han quedado atrás; pero por otro lado, está la realidad económica y social de los países de destino, que está demostrado, necesitan con urgencia, la mano de obra de esta población migrante, así como el factor humano socializador y demográfico que permita regenerar las comunidades y las haga crecer. El crecimiento de la población va a asociado a crecimiento económico, siempre lógicamente que los sistemas de reparto de riqueza, empleo y oportunidades sean justos. Porque insisto en que esta dimensión no podemos olvidarla. Teniendo en cuenta esta realidad, sigo sin entender ¿por qué las políticas de acogida internacionales no son así, de acogida real? Si se supone que entre nuestros cerebritos europeos, hay verdaderos “superdotados” en las especialidades económicas, sociales y políticas, ¿es que nadie ha estudiado la evolución demográfica y sus consecuencias? ¿Por qué los mensajes que nos llegan son precisamente los contrarios? De verdad, no entiendo nada. De momento, la ley de extranjería, habría que redactarla de nuevo, e incluir el factor humano en ella; por otra parte, el acceso a todos los dispositivos sanitarios, sociales, educativos, formativos, de empleo…garantizado a toda la población sin recursos, residente en una comarca, sin distinción de los nacidos dentro o fuera del territorio.
Otro aspecto a tener muy en cuenta debería ser la formación y sensibilización de todas las personas, técnicos/as, políticos/as, personal de gestión y coordinación de proyectos, voluntariado en competencias interculturales, y que hemos aprendido, va más allá de la multiculturalidad y que van a requerir entre otros aspectos:
·         Ser capaces de conectar con la persona, sólo así, podremos trabajar con ella.
·         Ser competentes para “acercarnos respetuosamente” a la cultura del otro, ser capaces de vislumbrar las peculiaridades únicas de cada persona sin hacer generalizaciones culturales.
·         Ser empáticos y compartirnos con esa persona.
·         Ser flexibles, ser capaces de adaptarnos a la otra persona, sin dejar de ser fieles a nosotros mismos, a nuestra autenticidad.
·         Uso de la autoexploración y nuestra capacidad de afrontar todas aquellas dimensiones de nosotros mismos que no nos agradan en torno al tema de la conexión con personas inmigrantes. Pero, desde este acto de voluntad consciente, nuestro proceso de intervención, de acogida o de acompañamiento será más eficaz, y también más gratificante para ambas partes.
·         Quiero destacar el concepto de humildad cultural, que no porque aparece en último lugar, lo considero menos importante. Creo que debería ser un aspecto central en todos los programas de intervención social, y de forma especial, en intervención con personas inmigrantes, porque nos permite el cuestionamiento permanente de nuestros prejuicios.

·         Al fin y al cabo, se trata de actualización de conocimientos sobre esa realidad que forma parte de nuestro trabajo, pero también de modo de ser, de actitudes de vida.   


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