CONTROLAR TUS TEMORES (II)
¿CÓMO VENCER EL TEMOR QUE NOS LLEVA A APLAZAR DECISIONES?
Sabemos mejor que nadie que cuando tenemos que tomar una decisión vital, de nada nos vale postergarla. Es cuestión de tiempo que la toma de decisiones se convierta en una urgencia. Y desde las urgencias, difícilmente se puede decidir con objetividad.
Con frecuencia, la tendencia a aplazar decisiones es una máscara que nos oculte algún temor. Temor a fallar, a tener éxito, o tal vez miedo al ridículo o al rechazo. De esto hemos hablado muchas veces tanto aquí, como en nuestros talleres presenciales. Si somos capaces de reconocer este temor. Si somos capaces de ponerle nombre y apellidos a ese temor, reconocer su procedencia, podemos llegar a vencer el aplazamiento de decisiones.
Veamos antes algunas ideas erróneas que forman parte de nuestro razonamiento justificable de aplazar cosas:
Algunas veces, el temor que se esconde tras la actitud de aplazar es fácil de detectar. Si evitas terminar algo porque te consideras perfeccionista, es probable que el temor se deba a que si el resultado no es óptimo, temes que la gente se ria de ti. "No tengo el conocimiento necesario", tal vez significa que podrías bus car ayuda, pero no te atreves a hacerlo porque podrías parecer un ignorante.
Hay otros temores más difíciles de captar, como "no tengo tiempo", que puede ser resultado de tu temor a no ser capaz o a no poder completar la tarea. Y antes de que suceda esto, decides que ni siquiera la vas a iniciar.
¿Qué te queda cuando postergas una decisión? Con frecuencia queda un rastro de tensión y ansiedad e incluso pobres resultados en las tareas que nos habíamos propuesto.
También es posible que una de las razones por las que pospones una tarea es porque la hayas dejado para el ultimo momento. Incluso en algún momento en que esto te ha sucedido, el resultado ha sido bueno y crees que puedes instaurarlo como método habitual. Sin embargo, no siempre funciona ni en todas las ocasiones. En cada situación en la que postergas la decisión estás reforzando el hábito de la inactividad, en vez de actuar, evitas. Y así acabas alimentando tus temores.
En algunas ocasiones es interesante plantearse algunas de estas cuestiones y anotar en tu diario personal las reflexiones que vayan surgiendo:
- ¿Qué estoy aplazando actualmente?
- ¿Qué opinión sobre mí mismo, me impide hacer lo que quiero?
- ¿Qué temor se oculta detrás de esta idea?
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