SILENCIO...SE ESCUCHA EL ALMA

En momentos de nuestra vida (y este es el mio ahora), necesitamos al menos, algunas veces al año, tomar conciencia de nuestro "desbordamiento emocional", y desde la escucha sin prejuicios hacia nosotros mismos, sanarnos, acogernos, abrazarnos, permitirnos ese respiro.

A las personas que nos dedicamos a la ayuda, es vital que asumamos nuestra limitación humana. somos personas, luego, profesionales. En nuestros cursos de formación a profesionales, constantemente insistimos en esta realidad, y ahora es momento de aplicarse el cuento, ¿verdad?

Sé que esto es una realidad compartida entre profesionales de muchas ramas que trabajamos con personas. Es una emoción extendida, pero raramente expresada; pues nosotros/as mismos/as podemos pensar que al reconocer nuestra vulnerabilidad, nos tornamos en peores profesionales sin recursos. 
Nada más lejos de la realidad. 

Cuando alcanzas la conciencia real de tu limitación, de tus miedos, de tus inseguridades...y eres capaz de saber de ellas sin cuestionarte, sin rendirte, sabiendo que es un proceso necesario en tu camino, aprendes dos grandes lecciones tanto para la vida personal como profesional.

La primera de ellas: "nadie está libre de la caída emocional". Te puede sobrevenir en cualquier momento, y en cualquier profesión. La gente no se estanca profesionalmente porque lo desee, sencillamente sucede como respuesta al agotamiento y la impotencia. Esto se resuelve tomando conciencia crítica de ella, mirando de frente tu enfoque vital, tu desafío profesional y ponerse en camino de nuevo. No creyéndonos a nosotros/as mismos, ni super hombres/super mujeres, ni con superpoderes mágicos que todo lo resuelven. Desde nuestro "ser humanos/as", admitimos que no tenemos solución a todos los problemas, ni que podemos dar todas las respuestas. Esto es algo que se aprende desde la vida. 

La segunda de las lecciones que aprendemos es que dentro de nosotros/as encontramos una enorme mochila de recursos que en algún momento aprendimos y que ahora podemos utilizar. Y si nosotros poseemos esos recursos, el resto de la humanidad, también los tiene. Confiemos en el potencial en el otro. Y en nuestra tarea de acompañamiento que consiste precisamente que hacer que esas potencialidades del otro, salgan a la luz y brillen. 


En mis relaciones de ayuda acudo a etapas como esta de introspección, de búsqueda, de estudio, de reflexión, de sanación, de silencio...para poder conectar con mi propio dolor, también con aquel dolor que no es mio y que lo he asumido como si lo fuera y que debo dejar marchar...y también conectar con mis propias posibilidades de curación. Acudir a la sabiduría del sanador herido que tantas veces hemos mencionado en nuestros talleres y cursos. 

Sólo por hoy, ( o por algunas semanas mas...) permitamos a nuestra alma que se exprese en silencio como ella quiera y necesite. Y al resto de vosotros/as que me seguís cada mañana o en cada entrada en red, no desesperéis. Estaré de vuelta muy pronto. 

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