CONSTRUIR LIMITES ES UN APRENDIZAJE COMPLEJO
Quiénes nos dedicamos a acompañar a otras personas desde el alma y las emociones, hemos de cuidar las nuestras propias y hemos de hacerlo con mucho mimo y cuidado, pues nuestras emociones, nuestra alma, nuestro "estar bien", son nuestras herramientas de ayuda.
Es muy necesario en muchas ocasiones encontrar ese espacio nuestro de respiro, de desahogo, de "mentoring" con otros profesionales que nos acompañen a nosotros. En una ocasión, uno de estos mentores me habló de "la dificultad que tenemos algunas personas de saber poner limites a los demás, de aprender a decir NO" a algo o a alguien. Nos ponía el ejemplo de vivir en una casa sin puertas ni ventanas.
¿Nos imaginamos vivir en un lugar sin puertas ni ventanas?, ¿Un lugar en el que todo el mundo pudiera andar a sus anchas por allí, a cualquier hora, se durmiera en nuestra cama, se sentara en nuestro sitio preferido del sofá, se bebiera nuestros refrescos y nos quitara el mando de la tele? ¿Y eso sin pedir permiso? ¿Y así siempre?.
Con toda seguridad en algun momento llegaríamos al limite del aguante y reaccionaríamos de alguna forma ¿verdad?
Estas sensaciones de "estar al límite" pueden ser mas habituales de lo que creemos. Cuando no ponemos límites a las peticiones y exigencias de los otros, es como si cada uno nos arrancara un trozo de nuestra piel y al final no nos quedara nada. Moriríamos. Puede suceder algo similar en la psique de las personas que dejan de ser ellas mismas cuando no deciden, cuando no opinan, cuando no se quejan. son como muebles bajo el dominio de otros. Por tanto, sin vida propia.
Hoy especialmente me acuerdo de este mentor y maestro que desearía volver a tener a mi lado para escucharle estas y otras palabras similares. Palabras de calma, acogida y buen consejo. De ningún modo hemos de consentir ser devorados por las exigencias de los demás, sin que se nos permita dar nuestra opinión o nuestra queja. Y cuando tengamos esta sensación es momento de pensar la razón que nos impide decir lo que pensamos. el motivo de nuestra no-acción, de nuestro silencio. ¿Por qué nos cuesta tanto "decir no"?.
¿Qué mecanismos se mueven en nuestro interior para no expresarnos de forma asertiva? ¿Que pasaría real y sinceramente si decimos "no"?. ¿Se destruiría el mundo? ¿Perderíamos mi vida? ¿Le sucedería algo malo a alguien querido? ...Salvo causas extremas, o que estemos introducidas en un guión cinematrográfico, esto no nos sucede en la vida diaria.
¿Por qué entonces no utilizamos con más frecuencia esta palabra, sólo por el mero deseo de pronunciarla con nuestra propia voz? Dejaríamos así de acudir tanto al médico por problemas con el sueño, la alimentación, las contracturas o la ansiedad?
Aprender a decir "no", también se entrena. Es una habilidad a la que le coges el gusto a medida que lo practicas, y sobre todo, a medida que tomas conciencia de que no sucede nada diabólico ni maldito. Sencillamente no sucede nada.
Asi que sólo por hoy nos aplicaremos el cuento y practicaremos la vocalización y emisión del "no". Incluso podemos practicarlo en diferentes idiomas. Puede ser hasta divertido.
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